Todo progenitor desempeña un papel importante en el desarrollo de la mente infantil, en esta charla explicaremos cómo adquieren los niños el lenguaje, cómo aprenden a dominar sus propias emociones, cómo desarrollan vínculos emocionales, cómo se vuelven capaces de experimentar el gozo y el valor ajeno y cómo adoptan sus valores.
Desde el momento de nacer, necesitamos el amor de otras personas, pero en los últimos años, ha quedado más claro que la calidad y las interacciones con otros (padres, familiares, etc.) ejerce una influencia sobre el desarrollo cerebral.
De la sensación de seguridad que den los padres a sus hijos surge la confianza de poder enfrentar nuevos desafíos, es el respaldo de su desarrollo. Los bebés poco apegados, tienen un modelo diferente de las relaciones humanas, tienden a desconfiar del prójimo y no saben con certeza si el ambiente es amenazador o benigno, cuando son bebés vacilan un explorar el mundo que los rodea y al crecer tienden a ser inseguros, nerviosos y auto protectores.
Aún antes del nacimiento, los genes y el ambiente, interactúan casi desde el momento de la concepción.
El desarrollo es un eterno diálogo entre las tendencias heredadas y la historia de la vida.
El cerebro del niño no es una página en blanco esperando que se escriba en ella una historia, ni tampoco un camino impreso, inmutable controlado por los genes; que un gen se exprese o no y cómo lo haga depende de la interacción entre la herencia genética y las experiencias personales.
Cada persona tiene un juego único de conexiones cerebrales, no se las puede clonar. En el desarrollo de las conexiones cerebrales, los vínculos humanos son tan importantes para el desarrollo cerebral, como puede ser la alimentación, los sonidos para oír y la luz para ver.
Existen períodos en que el sistema cerebral está más abierto a las experiencias nuevas y más capacitado para aprovecharlas. Si éstos sensibles períodos pasan sin el estímulo activador, las oportunidades de aprendizaje quedan reducidas. Por ejemplo, cuando de adulto aprende un segundo idioma tenemos dificultad para pronunciar las palabras. Así también, la atención amorosa que los niños reciben en sus primeros años (o la falta de ella) deja impresiones duraderas en las mentes tiernas. En consecuencia, en el desarrollo del cerebro infantil el factor más crítico es la interacción humana.
En la última década los lazos que vinculan al sistema inmunológico con el sistema nervioso son objeto de creciente investigación; se ha descubierto que mantienen una estrecha relación. Por ejemplo: los individuos deprimidos y estresados presentan respuestas inmunológicas reducidas.
Los seres humanos nacemos con la necesidad de conectarnos: de que nos toquen, nos reconozcan, nos hablen y nos escuchen.
El cruce de mirada entre la madre y el recién nacido es la relación especial que se desarrolla entre el bebé y sus cuidadores más íntimos. De esta temprana comunicación de amor, surge la comunicación mediante el lenguaje.
La ventana de oportunidad para aprender nuestro primer idioma, permanece abierta de par en par por dos años más o menos; parcialmente abierta por 10 o 12 y luego permanece una rendija por un tiempo.
La ausencia de estímulos adecuados, provocan distorsiones en el desarrollo cerebral. Ver sólo el vacío, no tener a nadie a quién tocar, oír sólo el silencio durante el período de desarrollo pueden ocasionar daños irreparables.
El oído es clave en el desarrollo del lenguaje, por eso, es importante diagnosticar y tratar sin pérdida de tiempo cualquier problema auditivo.
El lenguaje surge en los niños por naturaleza, los niños pueden armar frases perfectamente comprensibles sin haberlas oído nunca antes.
El lenguaje que se use en el lugar donde se nace o se cría, nunca es demasiado difícil para que él lo aprenda. No se requiere talento ni habilidad especial, basta estar en contacto con el idioma.
Se ha demostrado que el recién nacido puede diferenciar todos los fonemas humanos.
Un ambiente atento, en el que se aprecie el lenguaje y se celebren los progresos del niño, suele originar una diferencia en el esfuerzo, la energía y la persistencia que el niño aplique a alcanzar sus objetivos lingüísticos.
Los padres deben tener en cuenta el importante papel que desempeñan en el aprendizaje lingüístico de sus hijos. No por eso deben atiborrarlos de palabras o “enrriquecerlos” incesantemente. Los niños tienen sus propios ritmos de participación y soledad, de diálogo y silencio. Necesitan oportunidades de buscar lo que desean aprender, tanto por sí solos como con otros.
El modo en que se transmite la información al bebé (agradable o desagradable), influye sobre la retención y adquisición de conocimientos y experiencias.
Las primeras experiencias con el lenguaje pueden ser cruciales para que el niño aprenda a leer y escribir bien y para que disfrute del arte de emplear bien el idioma.
El bebe descubre muy pronto que tanto su sonrisa, sus balbuceos o sus llantos tienen un fabuloso efecto sobre sus cuidadores.
Los bebés copian la sonrisa de sus cuidadores, es importante que la mamá y el papá sonrían constantemente para que el bebé lo aprenda, a diferencia del llanto que es una expresión innata
Los padres pueden aprender en un tiempo relativamente breve, a leer cuentos a sus niños que les despierte relativamente la imaginación. Pueden ayudarlos a cobrar conciencia de los sonidos del lenguaje por ejemplo repitiendo rimas y canciones.
Biblografia
Any y Richard Barnet – El pensamiento del bebé titulo original: “the youngest mind”
